ABRIL un placer, me despido.

Un año más que viene,
otro que se va.
Estoy aquí de pie,
saboreando mis comienzos
y los otros que guardé.

Por aquella vela que no apagué,
otra que nunca prendí
y de aquel deseo que no soplé.

Mis veintiséis ahora
ya no son solo míos,
sino de los míos
y de los otros que acompañé,
mis manos agradecen entrelazadas
y mis puños con fuerza quieren seguir.

El camino no ha sido fácil,
nadie dijo que lo fuera,
y mi destino y mis tatuajes del alma impregnados aquí,
acompañando cada suspiro
que en el camino dejé.

Y gané todo hasta lo que no imaginé,
y llegó una hoja en blanco
y con ella un nombre,
tal vez ya lo sé,
mi suerte ahí.

Empezaré de nuevo,
trataré de seguir,
y mientras ordeno mis ideas
y mis logros a medias,
escucharé al silencio,
lo que me tenga que decir.

Pero también fue duro no hablar de ella,
de la prosa que perdí,
de los fragmentos míos
que en algún momento llegué a parir
y hoy ya no están
y deambulando en Creta
o en alguna calle de París,
no supe como escribir.

Y ahora, sólo, sin pasado, ni olvido,
con la soledad a cuesta
y la odisea del amor,
el otro camino,
es momento de elegir.







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