MARZO, mi destino.

Fueron aquellas horas de la noche 
que evocaron su presencia.
Caminó sombría,
yo aguardaba el tren de las ocho
y mis planes de verano
convertidos en toda una vida,
pero con ella.

Imaginaba cada ocaso
y cada atardecer en su puerto,
mirando juntos la bahía,
los viejos robles han de caer
y mientras tanto mi fe inquebrantable
y mis admiraciones, aún de pie.

Mis veintiuno son fantásticos
y los otros meses prometen más,
algunas frutas se comen de a dos
y los tulipanes se pintan de rojo,
las rosas con amor y los girasoles
sus favoritos, pa' creer.

Le prometí que la llevaría donde fuera
que volariamos antes que las mismas aves,
y que si faltasen los vientos,
le daría de mi respiro y vaciaría mis pulmones, para verla crecer.

Me ha entregado cartas sin que se lo pida
y las he recibo sin que las pueda leer,
le juré no faltarle a su amor
y esa petición sigue intacta,
yo de pie,
como cuando lo hice ante Dios.

Me tomó de la mano,
acarició mi rostro
y con suave susurro me dijo;
tranquilo mi amigo
todo lo vivido te servirá en tu camino
y no olvides llevar abrigo.

Atte: Tu destino.