El calor
se ha ido,
los tulipanes rojos,
se marchitaron
y aquel día sombrío,
volvió.
Me desperté
con su aroma en mi piel,
con un vaso de jugo
y otro de café,
y es que me conoce tan bien,
que decidí no dar órdenes.
La casa está calmada,
el aire un poco frío,
el lugar que nos cobijó
permanece ahí quieto
y la mecedora de la abuela
esperando algún día su regreso.
y aquel día sombrío,
volvió.
Me desperté
con su aroma en mi piel,
con un vaso de jugo
y otro de café,
y es que me conoce tan bien,
que decidí no dar órdenes.
La casa está calmada,
el aire un poco frío,
el lugar que nos cobijó
permanece ahí quieto
y la mecedora de la abuela
esperando algún día su regreso.
Y de los
niños,
que traían alegría,
nada, sólo un disco,
de los que escuchaba
en ocasiones pertinentes,
un par de velas
y la cena, a la espera.
Un día más un día menos,
que más da,
la felicidad se ha tornado tan gris
como mi destino
y las cartas que no leí,
desde aquel día, en que partí.
No pasaron muchos días
en el que decidí
borrar mis tantos conflictos
y dejar fluir un poco más,
que traían alegría,
nada, sólo un disco,
de los que escuchaba
en ocasiones pertinentes,
un par de velas
y la cena, a la espera.
Un día más un día menos,
que más da,
la felicidad se ha tornado tan gris
como mi destino
y las cartas que no leí,
desde aquel día, en que partí.
No pasaron muchos días
en el que decidí
borrar mis tantos conflictos
y dejar fluir un poco más,
mi
libertad.

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