JUNIO, un poco gris.


El calor se ha ido,
los tulipanes rojos,
se marchitaron
y aquel día sombrío, 
volvió.
 
Me desperté 
con su aroma en mi piel, 
con un vaso de jugo 
y otro de café, 
y es que me conoce tan bien, 
que decidí no dar órdenes.
 
La casa está calmada, 
el aire un poco frío, 
el lugar que nos cobijó 
permanece ahí quieto 
y la mecedora de la abuela 
esperando algún día su regreso.
 
Y de los niños, 
que traían alegría, 
nada, sólo un disco, 
de los que escuchaba 
en ocasiones pertinentes, 
un par de velas 
y la cena, a la espera.
 
Un día más un día menos, 
que más da, 
la felicidad se ha tornado tan gris 
como mi destino 
y las cartas que no leí, 
desde aquel día, en que partí.
 
No pasaron muchos días 
en el que decidí 
borrar mis tantos conflictos 
y dejar fluir un poco más, 
mi libertad.




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