MAYO, a media tarde.


En busca de un lienzo, 
me senté a media tarde,
apagué el celular, 
me puse el antiguo suéter de invierno
y el par de calcetas que me gustaban.
 
Vamos respirando paz, de a sorbos,
preparando la inspiración, 
que está por llegar,
y colgando de mi pecho, 
uno que otro recuerdo.
 
El día ha sido pacífico, 
como esos que no se extrañan,
hoy no hubo despedidas para llorar,
ni muertos que lamentar.
 
Solo me acompañó la risa,
la memoria y mis propias intenciones,
vamos por buen camino,
pasando la vida,
saltando una que otra piedra
y sentándome a escribir, 
un recuerdo por día.
 
Siendo la cuatro y veinte
sólo me quedo contento,
tengo a los amigos que escogí y otros, 
que en algún momento se fueron,
buscando nuevos aires, 
tal vez de otros pueblos.
 
Andábamos mi paz y yo, 
tan conectados,
que se nos olvidó dejar de lado,
todo aquello que nos seguía,
los escombros que me dolían
y los viejos recuerdos, 
que perseguían.
 
Le dimos vuelta al reloj,
canté el coro de tres canciones,
tomé de la mano al sol
y mientras me miraba al espejo,
le sonreía al reflejo, 
que miraba sorprendido.
 
Me acordé de ese té de durazno,
que compré por primera vez
y pensar que fue una inversión tonta
como tantas que suelo hacer,
pero terminé adicto a su sabor
y a la sensación,
que en definitiva me dejó, fue match,
otra más para mi lista.
 
No me bastó salir de casa,
ni caminar descalzo por la playa,
solo salí con mi destino
y también con un par de amigos,
hablé de la vida con un café
y comenté de lo bien, 
que me asienta el té,
si, ese té.
 ...

Nunca es tardía,
tu lejanía con la vida,
para sentarte a pensarte
y replantearte tu suerte,
a media noche o media tarde.





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