Tenía que encontrar inspiración,
tal vez en una foto
o en el recuerdo vago, que esta me dejó.
... y solo he encontrado restos,
de bellos momentos,
que sus caricias al tope
y sus palabras un poco tardías,
llegaron a decirme.
Al principio, solo pensaba en rechazar
todo recuerdo extraño que a mi mente llegaba,
¿Que si estará bien?
¿Que si no le falte nunca afecto?,
me desgarraba con aquel tonto
y protector pensamiento.
No siempre fue perfecto,
pero qué más da,
si así lo fue en algún momento,
y que ese "tal vez"
llegaría algún día.
Mi mayor logro, consentirla.
Mi fuerza que alimentaba,
cada acción
y de ella su tormento.
Y hasta en los finales felices
se condena al dolor,
y de beso en beso
yo entraba a su mundo.
Un día, ya no está,
todo se ha nublado.
Ya no quedan ni caricias,
ni vagos recuerdos,
sólo una habitación,
dos licores, un cigarrillo
y muchos
pensamientos,
de que ... ¿Habrá sido feliz?
o si no colmé todas sus
intenciones.
Y aunque el viaje fue largo,
siempre la quise mía,
más allá de una copa rota
o la tonta ideología,
que se lo juro
yo siempre compartía.
Pero déjeme decirle,
que para mí no solo fue carne,
la tuve entre mis brazos,
escuchó mis canciones,
afianzamos un cariño.
Y ahora le escribo para dejarle dicho
y en memoria infinita,
que superó mis expectativas.
En algún lugar del mundo
volveremos a encontrarnos
y hablar de lo bien que te asentó la vida,
como aquel día en que nos conocimos...
y es que aún lo
recuerdo,
mi querida, María.

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