Las farolescas ramas de la claridad,
prendidas al alba de la insigne dama,
la presencia es orden al calvario,
sin fuego, pero humeante.
Cada potro reserva su angustia,
su vida, sus ideas…
La calma comienza a efervescer,
apagándose en las venas del desmán.
Aflora cada vez más,
la impaciencia en el diván,
los toros quieren más de ti,
pero más de ellos, para sí.
Pero todo era más que un sueño
del correr, que como una piedra cayó,
esperó al amanecer
y en la salida del sol despertó.
…
En el camino del andar,
el ando caminando,
cabalgó y caminó,
con el caballo fue andando,
al andar no paró,
pero al cabalgar, el caballo paró,
"si tu paras no cabalgo
y si lo haces voy caminando".

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